Antecedentes
A partir de la luctuosa
efemérides del asesinato de John Lennon, he intentado estudiar la figura de su
asesino: Frank Chapman, sin encontrar demasiadas respuestas a uno de los
atentados más importantes del siglo xx. He elegido este suceso por la
relevancia del momento y la importante documentación que existe, para poder
acercarme a la mente de un asesino confeso.
Hay colegas como Vicente
Garrido que ha desarrollado una numerosa obra escrita sobre todos los aspectos
posibles de los asesinos, perfiles, modus operandi, etc. Desde la criminología
también hay muchos estudios sobre este tipo de personas sociópatas. Mi
intención aquí no es tan ambiciosa, simplemente surge del interés por entender
algo sobre la psiquis, de alguien que mató a una figura tan apreciada en
general, como es, era, John Lennon, que se había caracterizado por su pacifismo
y lucha por los derechos humanos, hasta el punto de que el gobierno lo tuviera
en el “punto de mira” político.
Existe bastante material
del caso, que se extrae de los reportajes realizados, de la película Chapter 27
de J. Schaefer (2007), de sus propias declaraciones en una entrevista televisada
con Larry King en directo (1992) y de otras declaraciones y cartas, años
después. Algunas de las cuales suelen coincidir con su petición bianual de
libertad provisional, después de haber cumplido ya sus 20 años de cadena
perpetua y que se han ido desestimando progresivamente (en la actualidad cumple
36 años en la cárcel de Attica). No obstante de toda esta extensa información, no
aparecen respuestas suficientes para poder explicar de forma simple, el porqué
del acto criminal. Tan solo algunas cuestiones aparecidas en los medios, que
apuntan a la búsqueda de una notoriedad.
La película no intenta profundizar en la mente de Chapman, ni en la vida
pasada ni presente del asesino, sino que se limita a narrar los tres días
fatídicos del último viaje a Nueva York, tratando de no zaherir sensibilidades.
Aparecen dudas sobre el acto, que no están bien explicadas, centrándose en sus
apariciones en el edificio Dakota y en las conversaciones con los fans que allí
encontraba, en especial con una chica de la que se hace amiga, y que huirá
cuando ve la agresividad que tiene contenida y que vierte sobre un fotógrafo en
un momento dado. Fotógrafo (Paul Goresh) que fue el que lo inmortalizó en
el momento de pedirle el autógrafo a Lennon.
En el film, sí que
aparece el libro “El guardián entre el
centeno”, el otro protagonista de la historia de vida de Chapman, con el
que se identifica, llegando a confundirse con su personaje principal Holden,
que le servirá como manual y como declaración final de la explicación de su
acto criminal. Desde un proceso de despersonalización, en lo que podría ser un
acto de un psicótico, aunque la película no trata de plantear esta posibilidad,
sino de mostrar un relato lineal, a veces en forma de reportaje, buscando
siempre la neutralidad.
La biografía de Chapman
por otra parte, sí que podría ofrecer enfatizándola, otra estructura clínica: el
típico perfil de sujeto perverso a partir de un padre cruel, militar,
maltratador. Padre temido que parece haber despreciado a su hijo, por lo menos
en declaraciones públicas cuando Chapman ya estaba cumpliendo condena. Quizás fue
condenado primero por su padre y después por la sociedad. En su infancia jugaba
con una ciudad de seres imaginarios donde él era el alcalde y la persona que
los castigaba, donde se ha podido ver sus primeros delirios, o simplemente la
forma de distanciarse y poder encajar esa violencia familiar. Después, en su
adolescencia, pasó a las drogas, para aislarse de la realidad hostil, hasta que
la religión le dio otra cobertura vital. Típico en muchos jóvenes donde la
función paterna es claramente fallida, buscan en la religión otro padre
superior que haga de suplencia).
Finalmente, si acudimos
a las declaraciones de Chapman para que nos hable de su acto, desde su conversión
a un catolicismo más extremo, aparece como principal justificación, la
hipocresía de los poderosos que él no aguanta. Se refiere a las personas
hipócritas, que hablan de paz y tratan de luchar contra la pobreza, pero viven
una vida de riqueza que contradicen sus palabras, y que por ello son merecedores
del mayor castigo. Cómo piensa Holden Caulfield, el protagonista del libro “El guardián
entre el centeno”. Chapman se convertirá en “guardián” de cierta moralidad
universal. Por ello no soportó que Lennon dijera (1966) que los Beatles eran
más populares que Jesucristo[i] y que el cristianismo
desaparecería. Declaraciones que tuvieron mucha repercusión entre los
creyentes.
Este afán de emular a
otro, persona muy relevante socialmente, podría suponer un trastorno de
identidad disociativo, en el que su fijación durante muchos años había sido John
Lennon, pero sus declaraciones contra el cristianismo y sus discípulos,
supondrían un gran revés, una crisis de identidad, de sentimiento de fracaso
puesto que las cosas en la vida real no le iban muy bien, que pudo determinar un
intento de suicidio fallido. La terapia posterior por depresión y el viaje
alrededor del mundo al estilo Verne, pondría un especial paréntesis en su vida,
al que siguió el casamiento con su guía de viajes, que era japonesa y muchos
decían que era parecida a Yoko Ono. La sombra de John permanecía, había sacado
un nuevo trabajo: Double Fantasý, que
traía a su mente la fantasía del doble. Mark ya no podía ser John.
Posteriormente conseguiría que Lennon pusiera su nombre, su autógrafo en el
vinilo, pero este intento de nominación no serviría para la diferenciación ¿tendría
que eliminar a John?.
Chapman estaba ya
enfermo en septiembre de 1980. Le dijo en una carta que escribió a su amiga
Lynda Irish, que se estaba volviendo loco y firmó la carta con otra identidad
fantaseada: "The Catcher in the Rye" ("el guardián entre el
centeno"). Posteriormente viajó a Atlanta, para buscar la munición de su
revólver.
Estos cuatro meses fueron decisivos
para terminar su acto criminal, después de un arrepentimiento fugaz que llegó a
comunicar a su esposa, y que le aconsejaba visitar a un psicólogo clínico
(noviembre 1980), regresó el 6 de diciembre a Nueva York por última vez.
El ritual de
la preparación del acto
Antes de abandonar la habitación del
hotel Sheraton, dos días después de su llegada a Nueva York, hizo una especie
de ritual para cambiar de personalidad: dejó encima de una cómoda todo lo que
significaba algo en su vida: una carta de recomendación por su trabajo con niños
vietnamitas, su pasaporte, un par de fotos de su viaje alrededor del mundo y la
biblia abierta por el evangelio según S. Juan, al que había añadido escrito en
bolígrafo, junto al nombre del evangelista “Lennon” (John “Lennon”), para que
cuando viniera la policía supieran quién era antes y en lo que se había
convertido (según recrea la película). Después de este ritual, abandonó la
habitación como Holden, sólo faltaba separarse de John.
Después compró un ejemplar del libro
de Salinger, “El guardián entre el
centeno” para poder afianzar su personalidad, en el que escribió; “To Holden Caulfield for Holden Caulfield
this ist my statement” y fue al encuentro de Lennon. Después de una larga
espera, le pidió un autógrafo a Lennon
"En ese
momento, mi parte buena ganó y quería regresar a mi hotel, pero no podía.
Esperé hasta que regresó. Él sabía dónde van los patos en invierno, y yo quería
saberlo"
Donde van los patos en invierno es
una pregunta recurrente que se hace Holden en The Catcher in the Rye,
como si fuera un koan. Curiosamente Lennon después de firmarle su último álbum Double Fantasy, le preguntó: ¿Es todo lo qué
quieres?…
El
pasaje al acto
Aguardó, a pesar del
frío, casi 6 horas más en la puerta del edificio Dakota, A las 10,50 horas del
8 de diciembre de 1980, llegó John Lennon a su casa en compañía de Yoko Ono, y Holden
Caulfield le disparó:
“Y eh…él caminó y me pasó. Yo di cinco pasos
hasta la vuelta de la calle. Apuntándolo
con mi arma de fuego y le disparé 5 tiros a su espalda.
“Antes, todo estaba calmado, y yo estaba
listo para que esto pasara, incluso escuchaba una voz dentro de mí, mi voz,
dentro de mí que decía: “hazlo hazlo, hazlo”. Aquí vamos..
“Y luego del suceso, era como que la cinta de
la película se había roto, yo sentí sobre mí, estaba como en estado de shock,
estaba de pie con el arma colgando abajo en mi lado derecho”.
Sólo una de los cinco
proyectiles erró el tiro, los otros cuatro impactaron en la espalda de John
Lennon.
Tras
el acto
Después se realizaron
los reconocimientos psiquiátricos forenses, que daban un diagnóstico en
principio de locura. Pero fue el propio Chapman quién confesó y no quiso
aparecer como un demente, sino que se reconociera su motivación manifiesta
principal, que es la que más ha trascendido: ser conocido y famoso,
desobedeciendo a su abogado, que había preparado un alegato de inimputabilidad,
de acuerdo con el diagnóstico del Dr. Schwartz (director del Departamento de
Psiquiatría Forense del Hospital del Condado de Kings), que daba una
explicación, para algunos un poco delirante: basada en un diagnóstico de
esquizofrenia paranoide, habla de que el acto en sí era como un suicidio, ya
que había absorbido la personalidad de Lennon («Al matar a Lennon, una personalidad que él consideraba malvada,
hipócrita y falsa, psicológicamente Chapman se estaba suicidando»).
Explicación que no
convenció demasiado al tribunal, cuando apareció una lista que Chapman tenía
para asesinar a otros famosos, entre los que Lennon, era el más asequible para
matar.
Chapman tiempo después
admitía ser un sociópata:
“Esa es una verdadera
mente sociópata: hacia el final, o diría que la última hora o así, me hablé a
mí mismo. Hice una oración pidiendo que por favor me ayudara a cambiar esto. No
podía hacerlo. Estaba obsesionado con una cosa y que lo estaba haciendo para
que yo pudiera ser alguien”.
Ser alguien ¿para quién? Uno de los primeros
deseos es el de reconocimiento, sobre todo si se ha vivido una infancia difícil
con un padre violento hacia su madre y hacia él, sin que aparezca un claro
reconocimiento paterno, en el que los hijos a menudo se sienten un estorbo, entonces
el hecho de destacar es importante, porque se busca ese reconocimiento que no
se obtiene, Su padre no fue nunca a la cárcel a visitarlo.
El
diagnóstico final: posible trastorno de identidad disociativo
Tres horas después de
perpetrar el acto criminal, en su declaración a la policía, Chapman dijo,
"Estoy seguro que la mayor parte de mí es
Holden Caufield, el resto de mí debe ser el Diablo."
Holden fracasó en su mayor
anhelo, en su deseo fundamental como guardián, no pudo salvar a Mark Chapman,
no pudo decirle que después del inmenso campo del centeno estaba el acantilado,
que llevaba a la muerte de John, y a Mark a la cárcel. Al final lo real se
imponía. Y cada dos años se reconsidera su situación y se vuelve a decidir que
permanezca allí, porque se le sigue considerando peligroso.
[i] "El Cristianismo se irá. Desaparecerá y se encogerá. No necesito discutir sobre eso, engo razón y voy a tener razón. Nosotros ahora somos más populares que Jesús, no sé que se irá primero, si el rock and roll o el Cristianismo. Jesús estaba bien pero sus discípulos eran ordinarios, son ellos los que para mí lo arruinan".